– Recuerdo haber llegado a un mundo donde las tormentas eran tristes, donde los años pasaban y los meses no gritaban su nombre.
– Y entonces entendí que había que cambiar el mundo.
– El Chico de las Estrellas creó los tres antídotos de la supervivencia:
o De las tormentas tristes, respuestas.
o De los meses del año, instantes.
o Del blanco de las paredes, estrellas.
– Siempre he sido un poco menos de lo que he soñado, aunque soñar, a veces, es lo único que nos queda.
– Que lloraba a solas. Que escuchaba canciones tristes cuando estaba triste. Que ya no soñaba de noche ni tenía un buen motivo para despertar.
– Entendió que hay cosas que se comprenden mejor con el tiempo.
– Escuchar es una de las cosas más difíciles del mundo. Faltan clases de aprender a escuchar y nos sobran horas de matemáticas.
– Los grandes héroes son los que arreglan el mundo, mientras el mundo no está mirando.
– El mundo debería saber que hay caídas que son volar, que los sueños son para los que no se quedan dormidos y que es posible burlar el tiempo, escapando del cocodrilo y su tictac.
– Porque escribir es mirar dentro de lo que no se ve.
– No existe un lugar al margen del mundo, pero hay momentos que hacen que te olvides completamente de él.
– La edad no se mide en años… sino en ganas.
– Para ser feliz es mejor tener mala memoria.
– Así que nunca volvió igual que se fue. Porque nunca volvemos igual que nos fuimos.
– Y entonces descubrí que tenía razón, que las personas no siempre somos lo que quisimos ser, que a veces somos algo mejor.
– No te puedo pedir que no llores, pero espero que sonrías muy pronto.
– Aprendió que la felicidad también se acaba, que la vida no concedía tantos tratos, y que el mundo se estaba volviendo a convertir en ese lugar muerto.
– Fuimos todo aquello que no supimos darnos.